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Rose Bertin, la modista de María Antonieta

La historia sitúa a Rose Bertin como la pionera de la alta costura en Francia, máxime tras ser elegida como la sombrerera y modista personal de María Antonieta, quien la convirtió en ‘ministra de la moda’. Junto a la soberana, la joven costurera prolongó durante casi 20 años su actividad, creando los estilismos más icónicos que se recuerdan y que se convirtieron en tendencia en otras monarquías europeas. Versalles era glamour y los diseños de esta couturier hicieron perder la cabeza a gran parte de las aristócratas, en especial a la reina que murió decapitada a manos del pueblo.

Marie-Jeanne Rose Bertin nació el 2 de julio de 1747 en Abbeville, Francia. Con tan solo 16 años se trasladó a París a cumplir su sueño, la moda. Las lecciones más importantes las adquirió como aprendiza en el salón Au Trait Galant. Sin embargo, tuvieron que pasar algunos años hasta que, con 29, decidió abrir su taller en la rue Saint-Honoré y al que llamó Au Grand Mogol. Muy pronto se convirtió en reclamo de las más influyentes damas de la nobleza, entre las que destacó la duquesa de Chartres que se encaprichó con sus diseños y la patrocinó en sus inicios en la costura.

Rose Bertin.

Rose Bertin.

Cuando la joven María Antonieta llegó de Austria a Francia para contraer matrimonio con Luis XVI, la vida de Rose dio un giro radical, pues tras la coronación, en 1774, la duquesa de Chartres las presentaría y desde ese momento la costurera pasó a convertirse en la diseñadora personal de la nueva reina. Los atrevidos gustos de ambas dieron lugar a iconos de estilo que no solo determinarían durante años y en toda Europa la moda del rococó tardío, sino que contribuyeron a liberar a la mujer de los preceptos del vestir de su tiempo.

María Antonieta.

María Antonieta.

Durante casi dos décadas, y con la colaboración del peluquero Léonard Autié, la modista Bertin se encargó de crear atuendos, cada más excéntricos, para la soberana, a la que siempre movía el deseo expreso de ser la mujer más bella y elegante de su nuevo país. Así diseñó novedosos modelos como el llamado Grand habit de cour (Gran vestido de corte), los tocados y peinados altos o ‘pouf’, el que`s a quo, una especie de velo que se usaba encima del tocado, el polémico robe chemise o el provocativo robe a la polonaise, un corpiño que realzaba el pecho junto con ondulantes faldas que descubrían los tobillos gracias al uso de cordones laterales.

El corsé seguía siendo una de las prendas más importantes de la época y un elemento fundamental del lujoso vestido de gala denominado robe à la française. Su estructura, un corselete con una base de acero y barbas de ballena, era responsable del popular (e incómodo) talle de avispa femenino. Diamantes, perlas, encajes, borlas, cintas o plumas se encargaban de recargar aún más semejantes estructuras.

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En la corte, los adornos para la cabeza se volvieron cada vez más estrafalarios. A los peinados altos, cardados con añadidos de pelo natural y crin y engalanados con joyas, plumas y cintas, no tardaron en seguirles los poufs aux sentiments, surrealistas creaciones fieles a la realidad que se colocaban sobre la cabeza de las mujeres.

Dos veces a la semana, Rose Bertin acudía a un exclusivo jour fixe (día de prueba) con la reina. Así, en el plazo de pocos años, los gastos que se destinaban a vestimenta, joyas y lujos similares se dispararon. Desde el inicio de su relación, la modista tenía acceso libre a la soberana, algo impensable siendo plebeya, pero la diseñadora mostraba abiertamente que no trabaja para ella, sino con ella. En los pasillos de Versalles la tildaban de arrogante, despótica e insolente.

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A Rose no le importaban las críticas, pues gracias a su cercanía con la soberana logró que sus vestidos se exportaran a las cortes de Londres, Venecia, Viena y Lisboa, entre otras. Además, creó unas muñecas, las llamadas Pandoras, que iban ataviadas con sus propios modelos y que o bien se coleccionaban o bien servían para enviarlas a otras cortes europeas, donde a modo de figurines permitían que las damas estuvieran al corriente de la moda francesa y pudieran encargarlas a su taller.

En ese tiempo, María Antonieta comenzó a frecuentar su Pequeño Trianón, un palacete privado en Versalles donde llevaba una vida rural que, por supuesto, requería vestidos nuevos. Fue cuando Bertin creó la moda à la Trianon: en lugar de pesados brocados, ballenas y tontillos, cintas flojas y pañoletas; y los peinados pomposos de Versalles, el estilo de la reina se cambió por juveniles bucles y sinuosos sombreros de paja à la Gainsborough. Todo en delicados tonos pastel, azul celeste, rosa empolvado y cheveu de la reine, un dorado suave que se supone reflejaba el color del cabello de la soberana.

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La fama y la riqueza de la modista iban en aumento, casi a la par, que el gasto de la monarca. Los precios de Rose Bertin eran exorbitantes y más para una reina que nunca repetía vestido o tocado. En la primavera de 1789, después de que la costurera adquiera dos palacios en la ciudad, dio otro impulso a sus negocios instalando Le Grand Mogol, su salón de moda ampliado y sus 30 empleados, en la rue de Richelieu. A la par, las calles de París comenzaban a presagiar la Revolución, que llegaría con la toma de la Bastilla el 14 de julio de ese año.

En octubre, la familia real fue obligada a trasladarse de Versalles a París. Los primeros nobles abandonaron el país y la fortuna de la modista comenzó a caer. En febrero de 1793, mademoiselle Bertin hizo los baúles para poner rumbo al exilio, reuniéndose con buena parte de su antigua clientela en Londres, donde continuó trabajando.

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Ocho meses después, María Antonieta fue decapitada en París. Para su ejecución, la reina del estilo lució un sencillo vestido blanco, una cofia de lino, medias negras y zapatos de seda color ciruela. Su modista regresó en 1795 al país, donde un sobrino había mantenido a flote los talleres. Aunque hizo algunos diseños para la entonces reina Josefina, la primera esposa de Napoleón, a sus 48 años no terminó de encajar la nueva moda parisina y se retiró.

Rose Bertin murió en el olvido el 22 de septiembre de 1813, a los 66 años, en su casa de Epinay sur Seine.

Texto: El Atelier.
Fuentes: Wikipedia, El País y Chateau de Versailles.

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